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miércoles, 25 de octubre de 2017

ACTUALIZACIÓN EN SÍNDROME HEMOLÍTICO URÉMICO ATÍPICO: DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO.

Secretaría Sectorial del Poder Popular Para la Salud
Corporación de Salud del Estado Aragua
Servicio Autónomo Hospital Central de Maracay
Coordinación de Docencia de Investigación y Extensión







 ACTUALIZACIÓN EN SÍNDROME HEMOLÍTICO URÉMICO ATÍPICO: DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO.








AUTORES: Dr. Roberto Solórzano.   
 Dra. Noris Cova. .  
FACILITADOR: DR. PHD RICHARD PALMA


OCTUBRE, 2017

RESUMEN
El síndrome hemolítico urémico (SHU) es una entidad clínica definida por la tríada anemia hemolítica no inmune, trombocitopenia e insuficiencia renal aguda, en la que las lesiones subyacentes están mediadas por un proceso de microangiopatía trombótica (MAT) sistémico. En este documento consideramos SHU atípico (SHUa) como el subtipo de SHU en el que los fenómenos de MAT son fundamentalmente consecuencia del daño producido en el endotelio de la microvasculatura renal y de otros órganos por desregulación de la actividad del sistema del complemento. En los últimos años se han identificado diversas mutaciones en genes del sistema del complemento asociados a SHUa, que explicarían aproximadamente el 60% de los casos de SHUa, y se han caracterizado funcionalmente numerosas mutaciones y polimorfismos asociados a SHUa que han permitido determinar que la patología se produce como consecuencia de la deficiente regulación de la activación del complemento sobre las superficies celulares y que lleva al daño endotelial mediado por la activación del C5 y de la vía terminal del complemento. Eculizumab es un anticuerpo monoclonal humanizado que inhibe la activación del C5, bloqueando la generación de la molécula proinflamatoria C5a y la formación del complejo de ataque de membrana. En estudios prospectivos en pacientes con SHUa su administración ha demostrado la interrupción rápida y sostenida del proceso de MAT, con una mejora significativa de la función renal a largo plazo y una reducción importante de la necesidad de diálisis y el cese de la terapia plasmática.

Palabras Clave: SHUa, urémico, hemolítico, anemia, trombocitopenia.
Dr. Roberto Solórzano. Residente de Postgrado, Servicio de Nefrología, Hospital Central de Maracay, Estado Aragua, Venezuela. 2017.                                                                         Dra. Noris Cova. Nefrólogo Adjunto, Servicio de Nefrología, Hospital Central de Maracay, Estado Aragua, Venezuela. 2017. 
Introducción
El síndrome hemolítico urémico (SHU) es una entidad clínica que se define por la tríada anemia hemolítica microangiopática no inmune, trombocitopenia e insuficiencia renal aguda. Las lesiones histológicas del SHU se caracterizan por la aparición de microangiopatía trombótica sistémica, que afecta preferentemente a los vasos intrarrenales. La mayoría de los casos de SHU son causados por una infección entérica por Escherichia coli productora de toxina Shiga u otros gérmenes productores de verotoxina, dando lugar a lo que se conoce como SHU típico. En aproximadamente un 10% de los casos el SHU se produce como consecuencia de una desregulación de la vía alternativa del sistema del complemento, por causas genéticas o adquiridas (autoanticuerpos), que conduce al desarrollo de daño endotelial y fenómenos de MAT sistémica.  El síndrome urémico hemolítico atípico (SHUa) es una enfermedad rara, grave, sistémica y potencialmente mortal.​ El SHUa afecta tanto a niños como a adultos y está asociado a la microangiopatía trombótica (MAT).​ La MAT es la formación de coágulos en vasos sanguíneos pequeños de todo el cuerpo, lo que puede provocar complicaciones multiorgánicas en todo el organismo.​ El SHUa está provocado principalmente por la activación crónica e incontrolada del sistema del complemento, una rama del sistema inmunitario del organismo que lucha contra las infecciones y elimina las células muertas. Normalmente, el sistema del complemento está autorregulado por determinadas proteínas que controlan sus efectos destructivos, pero en el SHUa esta regulación se ve afectada, principalmente debido a mutaciones en las proteínas reguladoras del complemento.​ Las alteraciones en estos mecanismos de control pueden provocar una sobreactivación del sistema del complemento que, posteriormente, provoca daños en los tejidos del cuerpo. Este tipo de SHU relacionado con una desregulación del complemento se denomina SHU atípico.
En los últimos años, se ha establecido el papel clave que desempeña el sistema del complemento en la inducción de daño endotelial en los pacientes con SHUa, mediante la caracterización de múltiples mutaciones y polimorfismos en los genes que codifican determinados factores del complemento. En el año 2011 las agencias reguladoras de Estados Unidos y Europa aprobaron la indicación de Eculizumab (Soliris®) para el tratamiento del SHUa. Eculizumab es un anticuerpo monoclonal humanizado que actúa inhibiendo la activación del C5 y bloqueando la generación de la anafilatoxina proinflamatoria C5a y la formación del complejo de ataque de membrana, causante de la lisis celular. En estudios prospectivos en pacientes con SHUa, Eculizumab ha demostrado interrumpir eficazmente el proceso de MAT y sus consecuencias, asociándose con una rápida y significativa mejora de las alteraciones hematológicas y de la función renal, que se mantiene a largo plazo, así como con mejoras de la afectación sistémica y de la hipertensión arterial. Eculizumab  inhibe la fracción terminal del complemento bloqueando la formación del complejo de ataque de membrana, con respuestas significativas de la función renal a largo plazo y con una reducción importante de la necesidad de diálisis o terapia plasmática. En el presente documento se revisan y actualizan los diversos aspectos de interés de esta enfermedad, con especial atención a cómo los recientes avances diagnósticos y terapéuticos pueden modificar el tratamiento de los pacientes con SHUa.





Clasificación etiológica de las microangiopatías trombóticas
El término MAT define una lesión histológica de arteriolas y capilares que se caracteriza por engrosamiento e inflamación de la pared vascular, desprendimiento de células endoteliales, ampliación del espacio subendotelial por acumulaciones de proteínas y material de lisis celular, y la presencia de trombos plaquetarios ocluyendo las luces vasculares. Existen 2 entidades clínicas caracterizadas por lesiones de MAT primaria, de causa y base fisiopatológica diferente: la púrpura trombótica trombocitopénica (PTT) y el SHU.
El diagnóstico de SHUa es esencialmente por exclusión, una vez se descarte  la infección por STEC (STEC-SHU). En los pacientes con SHUa los fenómenos de MAT son consecuencia de la desregulación de la vía alternativa del complemento sobre las superficies celulares. Esta alteración, en la que se identifican factores genéticos o autoanticuerpos en un porcentaje creciente de casos, impide que cuando el complemento se activa (por diversos factores desencadenantes) se controle adecuadamente la actividad sobre células propias, provocando daño endotelial, inflamación y trombosis secundaria.
Recientemente se ha descrito un tipo de SHUa producido por mutaciones recesivas en el gen DGKE que codifica la proteína DGK (diacilglicerol quinasa). La pérdida de actividad de esta enzima, presente en células endoteliales, plaquetas y podocitos, induce apoptosis de las células endoteliales y deteriora la respuesta angiogénica, lo que lleva a un estado protrombótico e inflamatorio. Los pacientes con mutaciones DGKE exhiben diferentes fenotipos que van desde el SHUa a una glomerulonefritis membranoproliferativa con elevada proteinuria y síndrome nefrótico. Los individuos afectos de SHUa presentan en el primer año de vida hipertensión arterial persistente y hematuria-proteinuria (incluso en rango nefrótico).
Síndrome hemolítico urémico atípico: entidad clínica
Epidemiología
En Estados Unidos se estima que el SHUa tiene una incidencia anual de 1-2casos/millón de habitantes36. En Europa, en un estudio multicéntrico internacional reciente se observó una incidencia de 0,11 casos/millón de habitantes. Con relación a la prevalencia, la European Medicines Agency (EMA) estima que esta puede ser 3,3pacientes por millón de habitantes/año en menores de 18años, con cifras inferiores en adultos.
El SHUa afecta mayoritariamente a niños y adultos jóvenes, aunque puede aparecer en cualquier edad de la vida. El inicio de la enfermedad es más frecuente antes de los 18años (60% vs. 40%), siendo la distribución por sexos similar (con cierta preponderancia en mujeres cuando la enfermedad aparece en la edad adulta).
Clínica
El cuadro se caracteriza por la tríada de anemia hemolítica microangiopática no inmune, trombocitopenia y fracaso renal agudo. Los niveles altos de lactato deshidrogenasa (LDH), los niveles indetectables de haptoglobina y la observación de esquistocitos confirman la presencia de hemólisis intravascular asociada a hematuria, proteinuria y/o fracaso renal agudo (con o sin oligoanuria). La incidencia de hipertensión arterial, por sobrecarga de volumen o por lesión vascular, es frecuente. En algunos pacientes la única manifestación de MAT puede ser proteinuria con hipertensión arterial y desarrollo de insuficiencia renal progresiva sin alteraciones hematológicas. Aunque las lesiones en el SHUa afectan predominantemente a los vasos renales, el carácter difuso y sistémico del fenómeno de MAT conduce a la afectación de la microvasculatura de otros órganos (cerebro, corazón, intestino, páncreas y pulmones, entre otros), lo que explica la aparición frecuente de síntomas extrarrenales. Los más frecuentes son los de tipo neurológico (48%), incluyendo irritabilidad, somnolencia, confusión, convulsiones, encefalopatía, accidente cerebrovascular, hemiparesias, alteraciones visuales, hemiplejías o coma. El infarto de miocardio se ha descrito hasta en un 3% de los pacientes con SHUa, pudiéndose relacionar con muerte súbita. La miocardiopatía, la insuficiencia cardiaca y la vasculopatía isquémica periférica también han sido descritas, así como la diarrea (30%) y otros síntomas gastrointestinales (colitis, náuseas, vómitos, dolor abdominal, hepatitis, colestasis y pancreatitis, entre otros).
Diagnóstico del síndrome hemolítico urémico atípico
Debido a la evolución rápida y a la gravedad-severidad de la MAT es necesario establecer un diagnóstico diferencial inmediato desde el punto de vista sindrómatico que permita iniciar medidas de soporte en las primeras 24-48h de la admisión del paciente. Posteriormente se iniciarán las determinaciones para un diagnostico etiológico de la MAT
Pruebas diagnósticas y procedimientos recomendados en pacientes con microangiopatía trombótica
Pruebas diagnósticas generales: Historia clínica completa, incluyendo toma de fármacos, datos de enfermedades sistémicas y antecedentes personales y familiares. Exploración física completa, incluyendo examen de fondo de ojo. Analítica general habitual de sangre y orina. Determinación niveles de haptoglobina. Determinación de los niveles de complemento sérico. Frotis de sangre periférica. Serología de enfermedades sistémicas (ANA, anti-ADN, ANCA). Determinación de anticuerpos anticardiolipina y anticoagulante lúpico. Serología para VIH, VHC, VHB, CMV y H1N1. Estudio completo de coagulación, con fibrinógeno, productos de degradación del fibrinógeno y dímeros D. Investigación de infecciones bacterianas causantes de SHU típico y realización de la prueba de la toxina Shiga (si la clínica orienta en este sentido)
Pruebas diagnósticas específicas: En los pacientes con MAT la analítica mostrará la presencia de trombocitopenia (plaquetas <150.000/mm3 o descenso >25% desde el inicio) y anemia hemolítica microangiopática (hemoglobina <10mg/dl con test de Coombs directo negativo, LDH elevada, descenso de haptoglobina, reticulocitosis y presencia de esquistocitos). En consecuencia, ante la ausencia de trombocitopenia en pacientes con insuficiencia renal y LDH elevada, el diagnóstico de MAT debería considerarse igualmente. En relación a los esquistocitos, y aunque es posible su detección en la mayoría de pacientes con enfermedad renal, preeclampsia o válvulas mecánicas, un número de esquistocitos >1% es diagnóstico de MAT en ausencia de otra causa conocida. Por el contrario, la ausencia de esquistocitos no descarta el diagnóstico de MAT.
Tratamientos frente al síndrome hemolítico urémico atípico
El tratamiento del SHUa debe contemplar 2 estrategias distintas: por una parte medidas terapéuticas de soporte encaminadas a controlar las consecuencias del SHUa (fracaso renal agudo, hipertensión arterial, anemia, trombocitopenia, etc.), y el tratamiento específico para frenar y revertir la situación de MAT.  
Eculizumab es un anticuerpo IgG2/4 kappa monoclonal humanizado que se une a la proteína del complemento C5 con gran afinidad, bloqueando su escisión a C5a y C5b e impidiendo la generación del complejo C5b-9 del complemento terminal (complejo de ataque de membrana) (fig. 3)4. En el
SHUa, la desregulación de la vía alternativa del complemento conlleva una activación incontrolada de C5 que provoca daño en estructuras propias mediante la formación del complejo de ataque de membrana. El bloqueo de la vía terminal del complemento con Eculizumab reduce rápida y sostenidamente este proceso. En la mayoría de los casos publicados de pacientes con SHUa se ha observado una buena respuesta clínica al fármaco.
En los pacientes con SHUa y fracaso renal agudo severo con necesidad de diálisis se recomienda mantener el tratamiento con Eculizumab un mínimo de 3meses, para valorar la mejoría de la función renal. El incremento progresivo de la diuresis con un buen control tensional son parámetros positivos que orientan hacia un control del proceso de MAT y una mejoría de la lesión renal. La biopsia renal en paciente en diálisis puede ayudar a la toma de decisiones respecto a la continuidad del tratamiento. En caso de fracaso del tratamiento y persistencia de la insuficiencia renal con necesidad de diálisis se aconseja la suspensión del Eculizumab, excepto en pacientes con manifestaciones sistémicas de la enfermedad, donde debería valorase de manera individual la continuidad del tratamiento.
Las medidas de soporte general son imprescindibles para mantener unas condiciones aceptables del paciente en espera de controlar en proceso de MAT. La hipertensión arterial es frecuente en el contexto de SHUa, recomendándose para su tratamiento el uso de fármacos que bloquean la angiotensinaii (IECA o ARAII). El control de la volemia también resulta esencial por la presencia frecuente de hipervolemia y el riesgo de edema agudo de pulmón. Para el tratamiento de la anemia se valorarán trasfusiones de concentrados de hematíes y/o el uso de factores estimulantes de la eritropoyesis.
Conclusiones
El SHUa está causado por una desregulación de causa genética o adquirida de la activación de la vía alternativa del sistema del complemento sobre superficies celulares, que condiciona el desarrollo de MAT sistémica. En los últimos años se han caracterizado múltiples mutaciones y polimorfismos en los genes de ciertos factores del complemento que se relacionan con dicha desregulación.
Clínicamente se caracteriza por la tríada anemia hemolítica microangiopática no inmune, trombocitopenia y disfunción renal aguda, asociada con manifestaciones extrarrenales frecuentemente. Antes de la disponibilidad de Eculizumab, el SHUa se asociaba en general con una elevada mortalidad y/o evolución a IRCT, así como con una elevada recurrencia tras el TR.
Ante un cuadro clínico sugestivo de MAT, el diagnóstico deberá orientarse hacia SHUa si la prueba de toxina Shiga/STEC es negativa, la actividad plasmática de ADAMTS13 >5-10% y se descartan formas secundarias de SHU.
Eculizumab es un anticuerpo monoclonal que inhibe la activación del C5 y la formación del complejo de ataque de membrana, responsable del desarrollo de daño en estructuras propias en el SHUa. En estudios prospectivos en pacientes con SHUa, Eculizumab interrumpió eficazmente el proceso de MAT, asociándose a largo plazo con mejoras significativas hematológicas y de la función renal. Se recomienda valorar el uso de Eculizumab en pacientes con MAT secundarias resistentes al tratamiento habitual.


Referencias Bibliográficas
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DIFERENTES METODOS DE TRATAMIENTO DE LAS FRACTURAS DIAFISARIAS DE FEMUR EN EL NIÑO

                                                    HOSPITAL CENTRAL DE MARACAY
                                               DEPARTAMENTO DE DOCENCIA
                                            METODOLOGIA DE LA INVESTIGACION

 
 




                                                                               



DIFERENTES METODOS DE TRATAMIENTO DE LAS FRACTURAS DIAFISARIAS DE FEMUR EN EL NIÑO




Integrantes:
Dra. Barillas Inés
Dra. Guerrero Wilmary
Tutor:
Dr. Richard Palma PhD


Maracay, Julio 2017
RESUMEN
DIFERENTES METODOS DE TRATAMIENTO DE LAS FRACTURAS DIAFISARIAS DE FEMUR EN EL NIÑO
Barillas, Inés1. Guerrero Wilmary2
1-2 Residentes de la Especialización en Traumatología y Ortopedia, Hospital Central de Maracay, Venezuela
El tratamiento de las fracturas de la diáfisis femoral en el niño, está sometido a una gran controversia, debido a que los procedimientos que se emplean en los adultos no son aplicables durante el período de crecimiento. No obstante, parece que existe un cierto consenso en que el método que elijamos debe ir encaminado a acortar el tiempo de estancia hospitalaria, que sea confortable para el paciente, que proporcione una adecuada estabilidad a la fractura y origine en menor número de complicaciones y secuelas. Parece existir cierta unanimidad en que en menores de 5 años los métodos conservadores (arnés de Pavlik, yeso precoz,...) son los métodos de elección salvo en situaciones complejas. Es a partir de los 6 años y hasta los 13 años, el período en el cual la indicación de un método u otro puede estar más en discusión, si bien hoy en día el enclavado intramedular elástico es el método de predilección por parte de la mayoría de los autores, sobre todo para fracturas transversales y que asientan en el tercio medio, excepto en casos de gran inestabilidad. En estas situaciones de fracturas conminutas o con trazos oblícuos, la fijación externa monoplanar, los clavos rígidos introducidos desde la región trocantérica y las placas atornilladas percutáneas submuscular pueden ser una buena opción. En la actualidad no existe un método que pueda aplicarse a la totalidad de los diferentes tipos de fractura. La opción terapéutica elegida deberá basarse en la estabilidad clínica del paciente, características de la fractura, diámetro de la cavidad medular y peso del paciente.
Palabras Clave: Tratamiento, Fractura, Fémur, Niño







INTRODUCCION
Las fracturas de fémur ocupan el tercer lugar de incidencia en fracturas pediátricas; las de localización diafisaria son las más frecuentes en varones y las que tienen mayor relación con accidentes automovilísticos. Respecto al mecanismo de lesión, observamos una mayor prevalencia del mecanismo de alta energía (accidente vehicular, atropellamiento), seguido del de caídas desde una altura importante.

Uno de los motivos más frecuentes de hospitalización en una Unidad de Traumatología Infantil es la fractura de la diáfisis femoral. La gran mayoría se resuelven satisfactoriamente mediante tratamiento ortopédico, de forma rápida y sin secuelas evidentes, siendo el tratamiento habitual hasta hace algunas décadas, y aún un método vigente en muchos hospitales: la colocación de un sistema de tracción blanda o esquelética durante un período de 3-4 semanas, para luego, bajo sedación, colocar un yeso pelvipédico por un período de aproximadamente un mes.
El tratamiento ortopédico clásico se ha ido abandonando y se ha sustituido por modificaciones del tratamiento ortopédico/ conservador u otros procedimientos quirúrgicos que evitan el período de tracción o la inmovilización escayolada con el fin de acortar el tiempo de hospitalización y disminuir la incidencia de consolidaciones viciosas.
Se puede decir, que la indicación para el tratamiento de las fracturas de la diáfisis femoral debe basarse no solamente en el tipo y localización de la fractura y el dominio de una determinada técnica quirúrgica. También se deben tener en cuenta otros aspectos como son: edad, trauma asociado, calidad ósea, conocimiento de diferentes técnicas quirúrgicas, diámetro de hueso y de la cavidad medular del fémur, peso del paciente, costes económicos, etc
En el presente trabajo se revisan las pautas actuales del tratamiento de las fracturas diafisarias de fémur en la infancia, sus ventajas e inconvenientes, de los diferentes métodos.
DESARROLLO
Las fracturas en los niños presentan características que en su evolución y comportamiento, así como en la valoración del tratamiento, se diferencian de las del adulto.
El niño no es un adulto pequeño, sino que su aparato locomotor presenta unas características que no se dan en el adulto:
– La presencia de zonas de crecimiento (fisis), cuya lesión puede producir deformidades o acortamiento
– El periostio está más vascularizado, tiene mayor componente celular que en el adulto y, por tanto, mayor capacidad de formación ósea.
– Los huesos tienen un diferente módulo de elasticidad.
Por tanto, los huesos infantiles tienen una mayor capacidad de absorber los traumatismos y una mayor capacidad de remodelación, determinada por la localización de la fractura y la edad. A menor edad, mayor capacidad.
Las fracturas de la diáfisis femoral ocurren en una incidencia de 19 a 45 por cada 100,000 niños; aproximadamente 66% de ellas ocurren en el tercio medio. Respecto a todas las fracturas del cuerpo, corresponden a 2%, y son más frecuentes en niños que en niñas. La localización más frecuente es a nivel del tercio medio y trazo transversal (60%), le siguen las que asientan en el tercio proximal (20%) y las más raras son las del tercio distal (10%). La incidencia de fracturas abiertas es baja, menos del 5%.
         La elección del método o técnica para el tratamiento de este tipo de fracturas depende de la escuela o tendencia del centro hospitalario, y por supuesto, de la disponibilidad de los recursos.

TRATAMIENTO
El tratamiento ideal sería el que permitiera un control de la reducción de la fractura, fuese confortable para el niño, con el menor impacto psicológico posible, que permita y facilite los cuidados de enfermería e higiene y no deje secuelas..
El tratamiento lo podríamos dividir en dos grandes grupos:
A.   Tratamiento Conservador
1.    Inmovilización simple con Arnés de Pavlik
Puede emplearse en recién nacidos y lactantes hasta la edad de un año. En el caso de fracturas desplazadas en recién nacidos evita la necesidad de colocar al niño en tracción cenital o en niños algo mayores la colocación de un yeso precoz. El tiempo necesario de inmovilización suele ser de 4 semanas.
Ventajas
• Sencillo
• Económico
• No requiere anestesia
• Evita problemas asociados con el yeso (úlceras por presión, rash, etc.)
Desventajas
• Pobre control inicial de la fractura, lo cual se asocia a dolor (primeras 48 h)
• Esto puede ser contrarrestado con un soporte suave en la cara lateral del muslo durante los primeros días
• No tiene repercusión a largo plazo
2.    Reducción cerrada e inmovilización inmediata con yeso bipelvipédico

Suele indicarse en niños menores de 6 años. Este procedimiento se debe realizar bajo anestesia general. El tiempo estimado de inmovilización en semanas se calcula sumándole al número de años del paciente ‘‘3’’, de tal forma que por ejemplo un niño de 4 años deberá mantener el yeso durante 7 semanas. Con esta técnica se obtienen buenos resultados, aunque semejantes a los observados con tracción y posterior colocación de yeso.
Ventajas
• Económico
• Reduce la estancia hospitalaria y los costos
Desventajas
• Largo periodo de inmovilización e incapacidad
• Riesgo de lesiones por presión o tracción (úlceras, síndrome de compartimiento, lesiones vasculares)
• Alta incidencia de acortamiento y angulación.
3.    Tracción cutánea  y posterior yeso pelvipédico
Su uso ha disminuido considerablemente. Sin embargo, sigue siendo una gran opción en lugares en donde  la estancia hospitalaria no es alta y/o en lugares donde las opciones de fijación quirúrgica no se encuentran disponibles o no se cuenta con experiencia en su uso. Su mayor valor es en pacientes menores de 7 años con fracturas que tienen más de 2 cm de cabalgamiento.
Se coloca una tracción cutánea  en región supracondílea femoral o infratuberositaria tibial. El peso a colocar oscila entre 2 a 4kg con la extremidad inferior descansando en almohadas o férula de Braun. El tiempo de tracción varía de 2-4 semanas, realizándose controles radiográficos semanales para control del acortamiento, desviaciones angulares y aparición de callo perióstico que nos permita retirar el sistema de tracción e inmovilizar al paciente con un yeso pelvipédico bajo sedación o no.
Ventajas
• Mejor control de la fractura
• Permite evitar cirugía mayor
Desventajas
• Implica estancia hospitalaria prolongada
• Mayor costo (económico y familiar)
• Riesgo de que el clavo de tracción o el yeso lesionen los tejidos blandos y hueso (úlceras, necrosis, infección, lesión a la fisis proximal de la tibia o del fémur distal)
• Tiempo prolongado de inmovilización e incapacidad
4.    Tracción de Bryant o al cénit
Aplicada de forma apropiada y vigilada meticulosamente, se indica en niños de peso inferior a 18 kg y menores de 2 años de edad con fractura desplazada. Este tipo de tracción es eficaz, siempre que no exista espasticidad ni contractura de los músculos isquiotibiales, y siempre que las caderas puedan flexionarse con facilidad a 90° con las rodillas en extensión. Por tanto, se debe evitar este tratamiento en niños con PCI, artrogriposis o cualquier otra patología que curse con disminución de la movilidad de la cadera.
La tracción cutánea se aplica a ambas piernas, colocando un peso que suele oscilar entre el 15-20% del peso corporal en cada pierna o el peso necesario que consiga levantar la pelvis del niño de la superficie de la cama. Es conveniente la sujeción de la pelvis y tronco del niño a la cuna con un pañal modificado o sábana.
Ventajas
• Mejor control de la fractura
• Permite evitar cirugía mayor
Desventajas
• Implica estancia hospitalaria prolongada
• Mayor costo (económico y familiar)
B. Tratamiento quirúrgico
Las indicaciones clásicas del tratamiento quirúrgico son el paciente con politrauma, lesión de partes blandas, fracturas múltiples del mismo miembro, lesión vascular, fractura patológica, lesión cerebral asociada o fractura aislada en la que no se consigue la reducción o estabilización de manera ortopédica. Pero estas indicaciones se han ido ampliando en las últimas décadas a todas las fracturas diafisarias abiertas o cerradas desplazadas en niños mayores de 5 años ya que el tratamiento convencional de tracción seguida de yeso, ocasiona un alto índice de mal-unión sumándose otros factores, como son la estancia hospitalaria prolongada, el incremento del coste económico, la alteración de la vida familiar y laboral de los padres, así como escolar del niño
1.    Enclavado intramedular elástico
Es el método de elección para el tratamiento de las fracturas diafisarias desplazadas en el niño. Emplea clavos de titanio o acero de diferentes calibres en función del diámetro de la cavidad medular diafisaria con diámetros entre 2-4mm. Como fórmula de fácil retención se puede medir el diámetro de la cavidad medular y multiplicarla por el coeficiente 0,4 con el objetivo de ocupar el 80% del espacio medular en el 1/3 medio femoral. Este procedimiento obtiene muy buenos resultados en fracturas transversales u oblícuas cortas que asientan en el tercio medio de la diáfisis,
Ventajas
• Permite rápida movilización del paciente
• Se pueden utilizar en pacientes de menor edad que los clavos rígidos
• Costo
• Evita el riesgo de NAV de la cadera y lesión a las fisis
Desventajas
• Incapacidad para estabilizar fracturas espiroideas o conminutas o muy proximales o distales
• Pueden requerir inmovilización externa suplementaria
• Técnicamente difícil
• Mayor incidencia de complicaciones en pacientes mayores a 12 años o 45 kg
• Irritación de los tejidos blandos en el sitio de entrada de los clavos.
2.    Clavo intramedular rígido con o sin encerrojado
Al igual que con el método anterior, los resultados inmediatos son excelentes y además no precisa de la apertura del foco de fractura, pero, estudios a largo plazo, han podido comprobar que la entrada del clavo a través de la punta del trocánter mayor o de la fosita piriforme provoca significativas alteraciones del crecimiento del fémur proximal (coxa valga, detención del crecimiento del trocánter mayor y adelgazamiento del diámetro del cuello femoral). Además, y lo que es más importante, el análisis de casos recogidos en la bibliografía ha mostrado que el riesgo de necrosis de la cabeza femoral por lesión de la vascularización al introducir el clavo a través de la fosita piriforme es del 1-2%24. Por estas razones, este método también se abandonó dada la importancia de las secuelas que puede ocasionar. La mayoría de los autores lo recomiendan en pacientes que estén próximos o ya hayan terminado el crecimiento, a partir de los 13 años.
Ventajas
• Amplia experiencia con la técnica quirúrgica (similar a la de los adultos)
• Opción de bloqueo o dinámico
• Opción de hacer la fijación a foco cerrado (preferible) o abierto
• Estabilidad inmediata y rígida de la fractura (control de longitud y rotación)
• Movilización y apoyo temprano
• Permite la distribución de cargas entre el hueso y el implante, acelerando la cicatrización
Desventajas
• Riesgo de necrosis avascular
• Posible daño a la apófisis del trocánter mayor, lo cual lleva a coxa valga y adelgazamiento del cuello femoral
3.    Fijación externa
Se puede considerar como una forma de tracción portátil. Sus principales indicaciones son las fracturas expuestas, lesiones severas de tejidos blandos, fracturas conminutas o inestables, fracturas fuera del istmo diafisario (subtrocantéricas o metafisarias distales), pacientes politraumatizados, con traumatismo cráneo-encefálico o con lesiones vasculares. La mayoría de estas indicaciones son contraindicaciones relativas de la fijación intramedular elástica, por lo que estos dos métodos se consideran complementarios
Ventajas
• Sencillo y rápido de aplicar
• Evita las grandes incisiones (menor sangrado y tiempo quirúrgico)
• Facilita el manejo de los pacientes politraumatizados
• Buen control y estabilidad de la fractura
• Permite ajustes durante el tratamiento
Desventajas
• Costo
• Retardo en la consolidación y refracturas frecuentes (Dinamizar para evitarlas)
• Infección (generalmente superficial) en el sitio de los clavos o tornillos
• Cicatrices poco estéticas en el sitio de los tornillos
4.    Placas y tornillos
Método de osteosíntesis abierta con la que tenemos mucha familiaridad. En los últimos años se ha introducido un sistema de placas bloqueadas submusculares que disminuyen o evitan muchos de los problemas que tenemos con las placas convencionales (mejor fijación y estabilidad de las fracturas, no requieren de las grandes incisiones, se evita lesionar el periostio y la vascularidad del foco de fractura).
Ventajas
• Rápido y relativamente barato
• Reducción anatómica a visión directa (no requiere fluoroscopio, ni mesa especial)
• Permite fijación rígida y movilización temprano
• Útil para fracturas subtrocantéricas o metafisarias distales
Desventajas
• Gran incisión para su colocación y retiro
• Riesgo de aflojamiento y ruptura de placa y tornillos al dar apoyo temprano
• Riesgo de refractura al retirar la placa

CONCLUSIÓN
Las fracturas de fémur en niños son comunes y generalmente tienen un buen pronóstico.  El tratamiento de las fracturas de fémur en el niño es controvertido. No existe consenso general sobre el tratamiento ideal, ni hay un método de tratamiento que consiga tratar todo tipo de fracturas.
Los métodos ortopédicos de tratamiento siguen estando vigentes en la práctica clínica. Obtienen similares resultados al tratamiento quirúrgico, aunque la incidencia de consolidaciones viciosas es mayor comparada a tratamientos quirúrgicos
Cada una de las diferentes modalidades de tratamiento quirúrgico tiene sus ventajas e inconvenientes. Unas están más indicadas que otras para el manejo de las diferentes fracturas, y todas tienen su pequeña curva de aprendizaje, si bien son procedimientos técnicamente sencillos para un traumatólogo que trate habitualmente adultos o con especial dedicación a la pediatría. Por lo general, todos estos procedimientos deben respetar la fisis, no alterar la vascularización de la cabeza femoral, deben ser percutáneos o mínimamente invasivos, que no interfieran el proceso de consolidación o el foco de fractura y sean lo suficientemente estables como para no precisar inmovilización escayolada adicional.

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